Manuel Cortés Quero “El Topo de Mijas”
Manuel
Cortés Quero, último alcalde republicano de Mijas, permaneció
oculto durante treinta años en una alacena de su casa. Puso fin a su
encierro, iniciado tras la Guerra Civil, los primeros días de abril
de 1969, después de oír por la radio a Manuel Fraga, ministro de
Información y Turismo, que el día 28 de marzo anunció la decisión
de Franco de perdonar todos los delitos cometidos entre el 18 de
julio de 1936 y el primero de abril de 1939. Manuel esperó a que el
Boletín Oficial del Estado publicara esta decisión y una vez
comprobada su veracidad se dirigió al cuartel de la Guardia Civil
donde le confirmaron que estaba en libertad. Durante su encierro fue
atendido por su mujer, Juliana, y por su hija María, únicas
personas que conocían su situación.
Los
siguientes fragmentos han sido recogidos del libro “Los Topos” de
Jesús Torbado y Manuel Lequineche y editado por Argos-Vergara en
1,977 y con los que se pretende dar una visión general de los días,
los 30 años que estuvo escondido Manuel Cortés Quero por creer en
la democracia y en el socialismo.
....El
alcalde de Mijas se ha unido al éxodo con su mujer Juliana, su hija
de año y medio de edad, María. “La Caída de Málaga, cree
Cortés, no significa el final de la República”. Después de
marchar con gran dificultad durante todo el día por la sierra para
buscar la carretera de Almería decide que su mujer y su hija deben
regresar a Mijas. “Juliana, tú nunca has intervenido en la cosa
política. No te harán daño”. El alcalde abraza a su mujer y le
entrega cincuenta pesetas, besa a la niña y toma el camino de
Almería...
....Dos
años más tarde, Manuel Cortés ha perdido la guerra. Su división,
la Cuarenta de carabineros, se ha desmovilizado en Valencia. Se
despide de sus compañeros de armas y, en medio del caos que es
Valencia, decide volver a su pueblo de la sierra malagueña para
reunirse con su mujer y su hija. Tiene la conciencia tranquila, tan
sólo es un soldado en derrota, uno de los seiscientos mil soldados
que han perdido la guerra...
...Salía
de noche, como las lechuzas, para expansionarme un poco, para estirar
las piernas agarrotadas, mover los brazos. Mis músculos estaban
entumecidos y doloridas las articulaciones. Me tumbaba en el
camastro, paseaba por el cuarto con cuidado de no hacer ruido,
preocupado por no toser. En realidad, el hecho de estar allí, en un
lugar tan transitado, mesón y barbería al mismo tiempo, me
beneficiaba. ¿Cómo se les iba a ocurrir buscarme en un sitio tan
concurrido?...
...Bebía
agua y muy raras veces vino. Nunca he sido muy aficionado al vino. Mi
vicio era el tabaco, me fumaba todo el tabaco de racionamiento que me
traían. Mis discusiones con Juliana eran continuas por aquel vicio
mío. “Que van a ver el humo, Manolo, que algún día van a ver el
humo...”. Era imposible que lo vieran pero Juliana estaba
obsesionada con cualquier fallo en el sistema de seguridad....
...Los
primeros dos años fueron los más deprimentes para mí, hasta que
decidimos alquilar una casa... Con su cachimán, su escondrijo, donde
pudiera romper con la soledad y vivir con Juliana y mi hija María.
Así lo hicimos. Juliana alquiló a una conocida suya la casa del
número cinco de la calle del Capitán Cortés que tenía una alacena
que sirvió, en otro tiempo, para ocultar una imagen del Sagrado
Corazón de Jesús...
...Nada
más llegar pusimos manos a la obra. Había que descombrar el
armario, sacar los trastos y dejarlo limpio. Ese fue mi refugio
durante unos días, hasta que preparé uno nuevo. Estaba situado bajo
la escalera, que taladré. Abrí un boquete que venía a parar al
hueco. Sobre el orificio encajé una especie de loza de yeso que
pinté de colorado. Cuando la dueña de la casa venía para sacar o
meter los bidones de aceite de oliva, corría a ocultarme en la
alacena. La dueña nunca sospechó que allí se hubiera hecho obra,
tapiado el hueco por la mitad y perforado bajo la escalera. Elegimos
para la operación las fechas de un Jueves y un Viernes Santo, porque
la vecina de al lado de la que nos separaba sólo un débil tabique
acudía puntualmente a las procesiones y a los oficios. Los tambores
y la música de Semana Santa impedía que se escucharan los ruidos
del serrucho...
...Debo
reconocer que había días que me reconcomía la desesperación.
Algunas veces sentía ganas de salir, en una arrancada, pasara lo que
pasara. Me sentía desalentado y Juliana y María pagaban mi mal
humor y mi disgusto....
....Los
dientes me los sacaba yo mismo uno a uno en cuanto asomaba el dolor,
con más paciencia que un santo. Duro como estaba, el diente o la
muela, la quebrantaba poquito a poco, hasta que el cabo de cuatro
días de removerla se aflojaba y entonces, “ras”, lo extraía de
un golpe con la mano, sin necesidad de alicates o tenacillas. Me
arranqué unos nueve o diez dientes por este método. “Ten cuidado,
me advertía Juliana, si se te infecta criarás cosa mala”. Me
colocaba delante del espejo y dale que dale, medio retorcido de dolor
los echaba fuera. Las peores fueron las que, a pesar de todos los
tirones no se movían de su alvéolo. Al salir, los dentistas me
sacaron otras cuatro muelas, aquí en Mijas y en Ronda....
...Mi
hija se casó en 1,960, pero hube de conformarme con verla salir a la
Iglesia desde un boquetillo de arriba. La comitiva salió de casa y a
la vuelta de la ceremonia, María pudo escurrirse como habíamos
convenido y subió a mi habitación para darme un beso. Abajo el
novio la buscaba, “¿dónde se habrá metido ahora esta mujer?”.
María se lo confesó durante el viaje de bodas. Silvestre no se
sintió molesto, “ahora me explico –dijo-, los ruidos que
escuchaba de vez en cuando en el piso de arriba y tus tardanzas
cuando ibas a casa para que te dejaran salir o cuando me echabais de
allí al empezar un buen programa de televisión...”...
...Faltaba
ya muy poco, menos de lo que yo imaginaba, para volver a la vida,
para existir legalmente. El viernes 28 de Marzo de 1,969, a las 10 de
la noche, estaba como de costumbre, con la oreja pegada a la radio
para escuchar el parte que diera referencia de los acuerdos tomados
por el Gobierno. Fue el Ministro de Información y Turismo, Manuel
Fraga Iribarne, el encargado de anunciarlos. Se me formo un nudo en
la garganta cuando el ministro leyó algo que por la emoción del
momento no pude comprender cabalmente, algo sobre un perdón que
Franco concedía para los delitos cometidos desde el 18 de Julio de
1,936 hasta el primero de Abril de 1,939. Era lo que yo esperaba
desde hacía treinta años, pero me contuve y me dije:
-Manolo,
puede ser una alucinación, tranquilo, no vayas a echarlo a perder
ahora.
Bajé
los escalones de dos en dos. Juliana cosía en el salón.
-Juliana
–le dije- acabo de escuchar por la radio sobre un decreto/ley de
amnistía que ha dado Franco, es necesario que pidas el Boletín
Oficial del Estado al portero del Ayuntamiento....
...El
13 de Abril de 1,969, domingo, el diario “Sur” de Málaga traía
en titulares la noticia: “Al prescribir las responsabilidades de la
Cruzada.” “Manuel Cortés Quero ha permanecido treinta años
encerrado en casa. Fue el último alcalde de la época republicana en
Mijas.” “Su mujer Juliana Moreno López ha sabido guardar
celosamente el secreto que tan sólo compartía con su hija María.”
Y publicaban fotos mías de paseo por el pueblo. Los periodistas de
todo el mundo no tardaron en llegar, como moscas a la miel, y me
hartaron tanto que decidí no conceder más entrevistas.
Los
mejores años de mi vida los he pasado entre paredes. ¿Mereció la
pena? Nunca cedió mi fe en la democracia. La tiranía de la
dictadura no puede durar eternamente...
...Cuando
salió a la luz del sol, el rostro blanquecino comido por una viruela
infantil, el paso inseguro, “se me ha olvidado andar”, afirmó
Manuel, era el 11 de Abril de 1,969 y Mijas contaba con un habitante
más, 8.822 de víspera y 8.823 al día siguiente. Quedó inscrito en
el censo un “recién nacido” de 64 años y ojos azul verdoso,
Manuel Cortés Quero...
...Como
un turista que, por primera vez llegara desde el frío, Manuel tomada
asiento en una silla del patio de su casa, se desprendía de los
zapatos y se tostaba al sol, ejercicio prohibido durante treinta
años. Allí se le escuchó una frase dirigida a sus correligionarios
del partido socialista:
-Al
menos para mí, la guerra ha terminado...
¿QUIÉN
FUE EL PROFESOR MAX?
Nació
en Brihuega (Guadalajara). Estudió medicina, fue maestro nacional,
practicante, ingresó en la antigua escuela de periodismo de “El
Debate” y también fue un hipnotizador y mago autodidacta muy
reconocido en todo el mundo. Fue un hombre bohemio, viajero y
aventurero y su gusto por las antigüedades le llevó a coleccionar
objetos pequeños, según él por no disponer ni de dinero ni de casa
lo suficientemente grande para albergar objetos mayores.
Viajó
por todo Europa y Africa con el espectáculo “Un hombre y una
maleta forman el espectáculo más grande del mundo”.
Fue
en Africa donde más tiempo estuvo, quizás, casi seguro, empujado
por su
Espíritu
aventurero y contaba un sinfín de anécdotas entre las que destacaba
siempre las estratagemas a las que tenía que recurrir para conseguir
miniaturas. Una vez no le fue posible el acceso a una tribu bauluba y
tuvo que montar una sesión de hipnotismo en el camino por el que
tenía que pasar el jefe de la tribu, éste, que era hechicero,
cuando lo vio desarrollar sus facultades de hipnotizar a unos
miembros de la tribu le ofreció lo que quisiera a cambio de
revelarle sus secretos. De este encuentro consiguió el profesor Max
la cabeza del hombre blanco reducida, la pieza de más valor del
museo. El profesor Max contaba que el cabello fue analizado por el
F.B.I., que certificó que efectivamente esta cabeza era de hombre
blanco, al parecer de un misionero caucasiano que anduvo por esas
tierras hacía cien años; hay autores que opinan que por tratarse de
una cabeza de hombre blanco reducida es única en el mundo.
En
sus viajes acumuló miniaturas de todo el mundo pensando en su vejez,
en montar un museo que le permitiera vivir y llegó a tener 30,000
miniaturas, valorado en cien millones de pesetas.
GENERAL TORRIJOS
El
general Torrijos, aunque madrileño, está vinculado a Andalucía por
sus actividades en nuestra tierra para desde ella avivar la llama de
la libertad contra el despótico rey Fernando VII. Sería Andalucía
y más concretamente Málaga quién le vería morir, fusilado por los
que combatía.
José
María de Torrijos y Uriarte nació en Madrid el 20 de marzo de 1791,
de familia noble y de clara vocación militar ingresó siendo niño
en el ejército, primero como paje del rey Carlos IV a los diez años,
y a los trece consiguió el nombramiento de Capitán del Regimiento
de Ultonia que no puede ejercer por su corta edad. Ingresa en la
Academia de Alcalá de Henares donde le sorprende la guerra de la
Independencia en 1808,luchando desde el primer momento y
distinguiéndose notablemente durante la guerra contra los franceses.
Ascendido a coronel en 1813 se casará en Badajoz con Luisa Sáenz de
Viniegra, obtendrá todo tipo de condecoraciones militares y el Duque
de Wellington le propondrá para brigadier, (general de
brigada),graduación que alcanza a la finalización de la guerra.
Durante esta contienda luchará a las órdenes de su futuro verdugo,
el capitán Vicente González Moreno.
La
reinstauración absolutista anulando la Constitución de 1812, le
lleva a tomar partido por los liberales y a no aceptar partir para
América a combatir a los independentistas. Andalucía es vital para
cualquier intentona golpista pues aquí se concentran las tropas
antes de partir para América donde las colonias están luchando
contra los españoles, Torrijos participa en 1817 en la conspiración
fallida del general Lacy para levantar al ejército en Andalucía y
por ello es llevado a prisión, primero al castillo de Santa Bárbara
en Alicante y después a las cárceles del Santo Oficio en Murcia.
Con
la rebelión victoriosa de Riego en 1820 es excarcelado y el Trienio
Liberal le nombra comisario de guerra a principios de 1823,
dirigiendo la resistencia contra los ”Cien Mil Hijos de San Luís”,
el ejército francés enviado por las potencias europeas para reponer
a los absolutistas en el gobierno de España.
Tras
ser derrotado en Cartagena, Torrijos y su mujer huyen hacia Marsella
y de ahí a Inglaterra (1824),donde contactará con el resto de
exiliados liberales.
En
Inglaterra traba amistad con John Sterling, un conocido hacendado que
le presentará a Robert Boyd, ex_oficial del ejército inglés en la
India y que había combatido en la guerra de la independencia griega.
Boyd, romántico en su actuar como Torrijos, se compromete a ayudarle
en recuperar la libertad en España con su persona y su fortuna.
Apoyado
por los llamados “Apóstoles de Cambridge”, sociedad radical de
liberales españoles exiliados en Inglaterra, y comisionado por la
“Junta directiva del Alzamiento en España”, llega a Gibraltar en
septiembre de 1830, desembarcando en la Roca el día 9, reuniéndose
con antiguos colaboradores como el ex-presidente de las Cortes,
Manuel Flores Calderón, el ex_ministro de la Guerra, Francisco
Fernández Golfín entre otros militares y marinos. Juntos
convinieron que los informes sobre un inmediato levantamiento del
ejército contra el gobierno absolutista eran exagerados, pese a ello
intentan un golpe de mano sobre Algeciras el 24 de octubre, y otro
más el 11 de noviembre que al fracasar también obligan a Torrijos a
esconderse en barcos anclados al refugio de Gibraltar.
A
finales de enero de 1831 se produjo una acción sobre La Línea que
tomaron, pero este éxito inicial fracasa de nuevo ante Algeciras.
Todavía en los últimos días de febrero otra intentona costaría la
vida al coronel Manzanares.
Viendo
imposible actuar en el Campo de Gibraltar por la extrema vigilancia
realista, Torrijos acoge esperanzado las cartas secretas de un amigo
“de toda confianza”, que con el apodo de Viriato le informa que
el mejor lugar para desembarcar es Vélez Málaga, y que con su
presencia las tropas de Málaga primero, y luego las de toda
Andalucía se rebelarían contra el rey Fernando VII. En realidad se
trata de un plan urdido por el antiguo compañero de armas, el ahora
gobernador de Málaga Vicente González Moreno, quien parece que era
“Viriato”, y que aprovechando la impaciencia de Torrijos ha
planeado su captura.
El
30 de noviembre de 1831 partieron de Gibraltar en varias barcazas
pero pronto vieron que habían sido engañados ya que a la altura del
cabo de Calaburras, el buque Neptuno esperaba su barco, por lo que
tuvieron que desembarcar en Mijas Costa (Playa del Charcón) y
huir hacia el interior. Primero llegaron a Mijas donde las milicias
armadas les recibieron a balazos y entonces cruzando la sierra
llegaron a Alhaurín de la Torre, donde tuvieron el mismo
recibimiento y perseguidos por la infantería de línea se refugiaron
en la alquería del Conde de Mollina, en un caserío con una antigua
torre árabe junto al viejo camino a Cártama, allí, sitiados por
las tropas mandadas por González Moreno y tras parlamentar ambos
generales, tuvieron que rendirse él y sus 52 hombres el 5 de
diciembre, siendo apresados y conducidos a Málaga.
En
Málaga, en distintos calabozos vivirán el tiempo justo que tardó
González Moreno en enviar un mensajero a Madrid, el general Narváez,
y de su regreso el día 10 con la orden de fusilamiento dada por el
decadente y sanguinario Fernando VII, que escribió de su propio puño
y letra: “Que los fusilen a todos. Yo, el Rey.”
A
las once y media del 11 de diciembre de 1831 en las malagueñas
playas de San Andrés, frente al barrio del Carmen, son fusilados
todos los conspiradores sin excepción, incluyendo al inglés Robert
Boyd y a un niño grumete del barco. También caen con ellos Flores
Calderón y Fernández Golfín entre otros militares y marinos.
A
Torrijos se le negó su última petición de mandar abrir fuego al
pelotón de fusilamiento y el morir sin vendas en los ojos.
Sus
cuerpos fueron enterrados en el cementerio de San Miguel excepto el
inglés Boyd que lo fue en el cementerio inglés recién inaugurado,
hasta que Ayuntamiento de Málaga construyó en 1842 por suscripción
popular un monumento fúnebre que se erigió en su honor en la playa
Riego, hoy plaza de la Merced frente a la casa natal del pintor Pablo
Ruiz Picasso, y bajo cuyo obelisco reposan casi todos ellos. Una cruz
también recuerda el lugar de su muerte, hoy paseo marítimo.
El
gobernador González Moreno, que sería conocido desde entonces como
“el verdugo de Málaga” recibió por su traición el ascenso a
Teniente General y el mando de la Capitanía General de Granada, al
estallar la guerra carlista se pasó a este bando reaccionario
muriendo asesinado por unos voluntarios del ejército en 1839.
El
sacrificio de Torrijos y sus compañeros no fue en vano, sería
recordado constantemente en los siguientes años pues tras la muerte
del rey Fernando VII en 1833, los liberales consiguieron el poder e
incluso la viuda de Torrijos, Dª Luisa Carlota Sáenz de Viniegra
fue honrada con el título de Condesa de Torrijos. Su muerte como la
de Mariana Pineda, fueron de las últimas que se cobró el
absolutismo en Andalucía.
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